LIED FÜR ALISIA

Cae con alba plenitud la nieve
a la vez que sonrójase la luna;
las orquídeas renacen una a una
frente a un rostro que expresa un llanto breve.

En tu alcoba, escondida, así me observas,
lo sé porque diviso ojitos bellos,
que con un gris rocío de cabellos
se conjugan en un jardín de hierbas.

¡Oh Alisia! Traigo un ánfora cargada
de fresca pócima de calma ilesa.
Amarga sed de amar sobre mí pesa
y me desgarra el alma tu mirada.

¡Oh Alisia! Son tus ojos recovecos
o alegorías de una voz furtiva,
son tus sueños volubles embelecos
de una dúctil esencia persuasiva.

Eres un río de agua inagotable,
un lúbrico y beatífico poema
que se instaura, de modo incontestable
en mi ser, que lo ahoga, que lo quema.

Alisia, somos tres, tú, yo y un otro:
es el Deseo, comburente semen
de un semidiós con el vigor de un potro
que ensambla cuerpos que a vivir no temen.

Siento un conato mágico de karma
en tu ausencia que vuelve muy enferma;
ambos sembramos una tundra yerma
merced a un plan que a la razón desarma.
 
Es tan sinuosa y lívida la línea
que nos separa, es cíclica la senda
que lleva al seno de tu piel sanguínea.
¡Alisia! extraña paz, nívea leyenda.

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