AMANECER

Con áureo esplendor de una siempreviva
camina lentamente hacia la ventana,
abre sus alas de quetzal flamígero,
trenza sus manos con el sol naciente..
Transmutan sus luceros de Estambul en nubes blancas,
habita donde el cielo trae pureza,
desayuna con templadas primaveras
descompuesta en mil notas musicales,
solloza versos de factura singular,
ternura maternal hay en su esencia.
Ahora bien, yo me pregunto.
¿Despertará de nuevo?
¿Seguiré soñándola?

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