EL MAGO BEZABEL
Era un recinto circular, un parque
soñado donde alguien me decía
como arriba es abajo, y vi la letra
hebrea aleph, primera en su alfabeto,
impresa en un arroyo de agua púrpura;
un rabí compañero me enseñaba
en un papel el noble tetragrámaton,
con su conspicua voz él es el sabio
que me guía en un dédalo de sombras
y me lee secretos de la Cábala.
Comprendo las Sagradas Escrituras
que Elohim puso en una filacteria,
en este parque circular recorre
Israel la memoria de mi cuerpo,
huye mi senectud, soy ahora joven,
por libre arbitrio al Baal hoy reconozco;
veo mi sinagoga, soy ceniza
o amanuense de luces infinitas,
el eco de mi nombre fue la clave
para entender que en una celda habito.
En mi mente un vocablo se tatúa:
es emet: la Verdad que me conduce
al Nombre de mi ser, mi propia vida,
a los abismos de lo cotidiano.

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